2º Crónicas 7.14
si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
¿Porque Dios mandó a humillarse?
Humillarse no era solo un acto dramático del pueblo, es orar sin ningún tipo de presunción de grandeza; es orar para que Dios oiga, más que para que otros escuchen.
Salomón había orado y fuego descendió del cielo como la aprobación de lo que se había hecho.
2º Crónicas 7.1
Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa.
Cuando oramos quizás no tenemos una respuesta tan fuerte como la de Salomón, pero Dios sí está respondiendo. Humillarnos es una forma de reconocer la grandeza del que tiene la solución cuando oramos.
2 crónicas 1:7 que: ...la gloria de Jehová llenó la casa.
Nos humillamos por la gloria, para que llene nuestras vida, llene su casa.
Expresión y postura visible de humillación.
2º Crónicas 7.3
3 Cuando vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria de Jehová sobre la casa, se postraron sobre sus rostros en el pavimento y adoraron, y alabaron a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, y su misericordia es para siempre.
La humillación puede venir cuando reconocemos la grandeza de Dios. Estos hombres pusieron su rostro en el pavimento, no es casualidad que el orgulloso es de cabeza alzada y mira a todo el mundo por encima del hombro.
Postrarse no es solo una postura de humillación, es también de adoración.
Cuando Dios nos habla debemos mantener la humildad y reconocer la grandeza de Dios para que el siga tratando con nosotros. Esto era lo que hacía el padre de la fe Abraham. 3 Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: Génesis 17.3–4
Moisés pudo evitar grandes problemas humillándose delante de Dios. En ocasiones por la insistencia necia y arrogante del pueblo le venía mal, pero él se mantenía humillado delante de Dios. 4 Cuando oyó esto Moisés, se postró sobre su rostro Número 16.4
Es mejor humillarnos que ser humillado.
No es lo mismo humillarnos que ser humillado, la altivez y la arrogancia nos puede hacer caer. En Lucas 14:11 Dice: Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.
Todo lo que Dios nos permita hacer debe ser sin arrogancia.
Nuestra gran lucha es precisamente contra el orgullo, el cual no agrada a Dios. La humildad es lo que hace que Dios responda nuestra oración o podamos tener una buena comunión con Dios.
La Biblia da un buen ejemplo de lo que es humillación delante de Dios y su resultado. En Lucas 18:9-14
9A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
El que se humilló.
- Reconoció que no era digno de mirar el cielo.
- No ocultaba sus miseria.
- Fue sincero con Dios.
- Confesó sus pecados.
- No estaba pendiente en el otro.
- No le reclamo a Dios.
- Pidió misericordia.
Lea de nuevo en Lucas 18:13-14
13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Pedro recomendaba que nos humillemos delante de Dios en 1 Pedro 5:6 que dice:
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;